Jack Solo caminó sin rumbo, sin un objetivo, sin una meta. Cruzó poblados pero no hizo amigos. Deshizo entuertos pero no se implicó en las consecuencias. Jack se limitaba a vagar por el salvaje Oeste hasta que un día vio, desde lo alto de la colina, un carromato con los caballos desbocados. Se dirigían hacia un precipicio y por allí no había nadie más que él para impedirlo. Jack dejó su apatía y desgana en lo alto de aquella colina y corrió como nunca lo había hecho. Debía de evitar un terrible accidente.
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